Era tan clara la prueba, que solté una carcajada, una risa de horror y de mofa, y cogiendo en brazos a la lulú, la cubrí de besos. Quisiera que cada una de esas pobres chiquillas, antes de someterse al vínculo matrimonial, pudiera escuchar en algún lugar secreto, sin ser vistas, a dos hombres discutir entre ellos sobre las cosas de la vida, sobretodo de muje...