Quiero salir de Francia como hombre honrado, y, para ello, no hay duda, no me quedan ni cien francos para ir a buscar fortuna a las Indias o a América. Mi padre se ha matado, y su fortuna y la mía están completamente perdidas. Quedo huérfano a una edad en que, por la clase de educación que he recibido, puedo pasar por un niño, y, sin embargo, debo levantarme siendo hombre del abismo en que he caído. Sin embargo, Anita mía, tengo más valor del que tendría otro en mi caso, sobre todo si estuviese acostumbrado como yo a las caricias de la mujer más bonita de París a los mimos de una madre cariñosa y a ver satisfechos todos sus deseos por un padre amante. El clima de las Indias envejece pronto al europeo, y sobre todo, al europeo que trabaja. Sin embargo, Carlos era un hijo de París, habituado por las costumbres de París y por Anita a calcularlo todo.