La temporada va de septiembre a enero, y el pico de trufas se recoge entre finales de octubre y noviembre. Y cuando lo están, se necesita un perro o cerdo entrenado para olfatear las trufas maduras. La necesidad que tienen los isleños de mariscar hace que presten a las mareas una atencion especial. Terminada la procesion i demás ridículos aparatos con que parodian las antiguas ceremonias introducidas en lejanos tiempos, quedan los concurrentes en libertad para continuar como sea de su paladar.