Lo compré hace poco por internet: un libro misterioso, en formato cuadrado y con poco más de cien páginas. Aunque de factura sencilla y explicaciones escuetas, el libro es un tesoro. Lo ponemos a fuego medio dandole vueltas constantemente hasta que espese y se forme una crema que se despegue del fondo. Si el clima es frío, puede necesitar hacerlo en un recipiente metálico sobre una olla de agua hirviendo. ¿Cómo podía ser que una obra tan completa y tan enfocada a la dulcería alavesa hubiera pasado inadvertida? Disponerlo en un recipiente resistente al calor. Incluye todo el repertorio que esperaríamos de una pastelería clásica y señorial (bollos suizos, cristinas, croissants, milhojas, pastas de té, mantecadas, petisús, rusos, etc.) y además una increíble cantidad de fórmulas genuinamente vascas, muchas concretísimamente gasteiztarras.