Los perros truferos olfatean y encuentran las trufas enterradas. Aunque la producción doméstica de trufas aumentó en los últimos años hasta llegar a alrededor de las 140 toneladas anuales, es aún escasa para atender una demanda internacional cubierta solo en 10%; por ello un puñado de agricultores locales salieron a conquistar este mundo donde unas pocas especies (la negra o tuber melanosporum y la blanca italiana o tartufo bianco) tienen interés culinario y precios exorbitantes. Los esfuerzos realizados en Italia durante las décadas de los años setenta y ochenta, del siglo XX, para obtenerla a partir de cultivo, no han dado los resultados previstos, siendo pues una variedad más difícil para el cultivo que la trufa negra invernal.